Con un poco de retraso, ha llegado el momento de publicar la segunda entrada para el proyecto #AdoptaUnaAutora. ¿Aún no conocéis este proyecto? Si es así no sé a que estáis esperando, os animo a pasaros por el blog del proyecto para conocerlo de primera mano.En enero, publiqué la primera entrada dedicada a mi autora, Nina Berberova, en la que os hablaba de la primera novela que leí suya. Esta vez quiero centrarme más en su vida, analizando el primer cuarto de su autobiografía, El subrayado es mío. He decidido dividir esta entrada en cuatro partes, en un principio, ya que su autobiografía trae muchísimo contenido destacable.
⇒ Imagen de @BeaLuke
«Cada cual posee sus secretos. Algunas personas los arrastran a lo largo de su vida como si de una carga se tratara; otras, los miman y cuidan con esmero, como si fueran un manantial de vida del que extraen sus energías hasta el final.»
– Su llegada al mundo y su pensamiento sobre su clase social: Nina Berberova vino al mundo un 8 de agosto de 1901, en la misma calle en la que había nacido Nabokov, dos años y cuatro meses antes. Los padres de Nina tuvieron muchos problemas desde un principio ya que su matrimonio constituyó un conflicto para sus familias. La familia materna era rusa, ortodoxa y patriarcal. En cambio, la familia paterna era armenia y consideraba este matrimonio como una traición a la causa armenia. Por lo que Nina tenía dos orígenes, por un lado el nórdico y ruso, y por otro lado el meridional y armenio. Pertenecía a la burguesía pero ella nunca se sintió una más de esa clase, es más, en ciertos momentos siente alegría por no haber recibido educación burguesa. La vida de la autora transcurrió, toda ella, en una época mala, pero ella no lo vivió como algo malo. Considera que esas vivencias le han servido: la resolución la liberó, el exilio la templó y la guerra la proyectó hacia otro mundo.
«Sólo mucho más tarde, hacia los veinticinco años de edad, me enteré de que, por mi nacimiento pertenecía a la burguesía. No me siento en absoluto ligada a dicha clase social, principalmente porque mi vida entera ha transcurrido entre exiliados desclasados.»
– Su época en la escuela y su inquietud por la literatura: Nina era una persona muy solitaria, ya desde niña. Para ella no había nada más horroroso que pasar un día en compañía de otra persona sin poder estar sola con sus pensamientos, sin sentirse libre de sus actos, sin poder leer lo que cayera en sus manos. Al ser una niña tan solitaria también ha sido autodidacta. Aprendió a leer gracias a los anuncios por palabras de un periódico llamado La Palabra, y cuando aprendió a escribir lo hizo con las dos manos, por si en algún momento alguien le cortaba la mano derecha. Nina fue siempre una niña muy inquieta y precisa, le gustaba tener la mente ocupada pero en cosas concretas que le sirvieran para algo en su vida. Se podría decir que fue una niña diferente, una niña con una mentalidad demasiado adulta, tanto por las circunstancias como por sus inquietudes. A los diez años escribió una larga lista de posibles oficios a los que se quería dedicar de adulta. Entre ellos figuraban oficios muy dispares entre si, como bombero, empleada de correos o poeta. Al poco tiempo se decantó por la poesía, pero antes de eso se dedicó durante un año a probar diferentes opciones. A lo largo de ese año probó oficios que le atraían pero se fue dando cuenta de que no valía para ellos, como acróbata o recopiladora de canciones populares. A los catorce años, le recitaba a la hermana de su abuelo, Alina Dmitrievna, los poemas de Aleksandr Blok. Pero no estaba contenta con eso, así que se aventuró y empezó a escribir y recitar sus propios poemas. Escribía poemas sin parar, al día escribía dos o tres poemas y se los recitaba a ella misma o a la primera persona que se le cruzara. En cuanto a sus estudios, siempre estudió de un modo irregular, incluso copiaba en las clases, sobre todo en las clases de álgebra y de física. Esto ocurría debido a que la mayor parte de su tiempo lo empleaba en leer y componer versos, a altas horas de la noche.
«No tenía a nadie a quien pedir consejo: para mí existía la gente bienintencionada, que sabía aún menos que yo sobre la cuestión, y los enemigos que nada bueno podían aconsejarme.»
– Sus referentes y su obra: La oración, de Mijail Lermontov, fue un poema muy importante para ella. Tuvo tanta importancia en su vida que en un momento de desamparo lo copió y firmó como propio. Esto la consoló, ya que tuvo la sensación de que lo había escrito ella. Pero su poeta de cabecera, sin duda fue Anna Ajmátova. En cuanto a literatura, destaca bastantes referentes, entre ellos León Tolstói, Louis Aragaon, Jean-Paul Sartre o Dostoievski. En cuanto a su obra, en este primer cuarto de autobiografía, aún no ha hablado mucho de ello. Pero quería destacar dos curiosidades. Por un lado, a lo largo de su vida para escribir no utilizó nunca nada que no fuera un simple lápiz. Y en cuanto a sus obras, todas tienen un punto en común. Los protagonistas, tanto de sus novelas como de sus relatos, son semejantes a las personas que la rodeaban, exiliados desclasados.
→ Hasta aquí esta segunda entrada sobre Nina Berberova, espero que os haya gustado. ¿Conocíais a la autora? ¿Habéis leído alguna de sus obras? ¿Qué os ha parecido lo que os he contado sobre su vida?